Llega Jaimito a casa y, escondiendo las notas detrás de la espalda, le ofrece un bolígrafo a su padre y le dice:
– Papá, ¿sabes firmar con los ojos cerrados?
Llega Jaimito a casa y, escondiendo las notas detrás de la espalda, le ofrece un bolígrafo a su padre y le dice:
– Papá, ¿sabes firmar con los ojos cerrados?